Leo siempre con mucho interés el blog IN FERNEM LAND. Su
autor, Joaquim, hace reseñas, escribe críticas, hace balances, estadísticas y recoge
una gran cantidad de opiniones que siempre son muy interesantes, como todos sus
escritos. Tenemos en muchos puntos coincidencias y en otros diferencias, pero
es un autentico gustazo leer su blog.
Esta mañana he leído un artículo “COPIAR A LA ÓPERA DE VIENA”,
es alucinante pensar que, con lo que está cayendo, la Ópera de Viena haya
presentado beneficios este año y el año pasado también. Las cifras son
escalofriantes 29,5 millones de Euros en el ejercicio 2010/2011 y este
2011/2012 la cifra llega a los 31,3 millones de Euros.
Pero hay que buscar explicaciones y el por qué de las cosas.
Para empezar hay que decir que cuando uno asocia una ópera o un concierto a una
ciudad, en la mayoría de los casos, la mente se nos va a Viena, esta ciudad es
la cuna de la música, guste o no. Austria tiene una gran ventaja (Alemania
también), y es que en los colegios la música no es una “maría”. En los colegios
ésta tiene una importancia capital y es una asignatura de vital importancia. Es
difícil ver por las mañanas a algún niño que vaya sin un instrumento al colegio.
Tiene Viena varias salas de conciertos así como varios teatros de ópera y la
ocupación es muy elevada. Una de las cosas fundamentales, para tener tanta
ocupación es el atractivo de las temporadas que se programan. En la Wiener
Staatsoper la programación diaria es muy interesante y para todos los gustos.
Eso sí las producciones se amortizan al máximo y este es uno de los puntos
fundamentales para abaratar costes. Por poner un ejemplo el “Elisir d’amore”
que se programa es de Otto Schenk y esta producción tiene más años que mi
abuela. Por otro lado la institución es en un 90% privada, el estado solo
aporta un 10% y ya se sabe que cuando el dinero sale del bolsillo de un
privado, la gestión es rigurosísima y no se tira el dinero. La orquesta y el
coro son de primerísima fila. Los precios no son baratos, pero lo que te
ofrecen es de altísima calidad. Reposiciones de antiguas producciones,
amortizadas y reutilizadas constantemente, con planes de ensayos cortos para no
prolongar innecesarias estancias a los artistas y su consiguiente coste. Los
contratos de los cantantes son programados para diferentes temporadas y títulos
y si le das a un artista 30/40 funciones en 4/5 años, con garantías, los cachés
bajan considerablemente. Luego está el cast de secundarios, en su mayoría con
contrato laboral fijo y que cubren con total garantía estos roles que aun
siendo secundarios, son de vital importancia.
En el Liceu es prácticamente imposible adoptar en su
totalidad el modelo Viena, no hay tanto público, pero sí que se pueden adoptar
cosas de ese teatro.
Ante todo hay que hacer un inventario de todo lo que hay en
los almacenes: producciones, vestuario, attrezzo. Si el Liceu, que tiene una
plantilla absolutamente desequilibrada y sin sentido, quiere mantener los
puestos de trabajo, ha de empezar a recuperar antiguas producciones, revisarlas
y/o reinventarlas para otros títulos: en pocas palabras ahorrar y reducir
costes. Romperse las meninges en pensar en unas temporadas bien equilibradas,
dejando aparte los gustos o caprichos de quien contrata y programa. El Liceu es
de todos y no de quien lo dirige y el que desarrolla esta función debe de darse
a su mandato en cuerpo, cerebro y alma y no pensar en carreras políticas futuras.
Hemos visto en el Pelleas et Melisande que incluso regalando
entradas, el teatro estaba medio vacío. Ante todo hay que saber cuál es el
gusto mayoritario del público del país y el del extranjero: repito que somos mediterráneos
y los gustos que tenemos aquí distan mucho de los que pueda tener Bruselas o
Amsterdam. Han cambiado el Liceu en su estructura, en su funcionamiento, pero
lo que no pueden pretender es cambiar los gustos del respetable y este es así.
El público del país es de tradición, en su gran mayoría, y si quieres tener el
teatro lleno has de programar lo que a la gente le gusta y no meter con
calzador títulos que no interesan a nadie o a muy pocos y no vender la burra
diciendo que hay que culturizar al respetable y menos aun poner ciertos títulos
dentro del abono. Títulos que no son atractivos y que dejan las butacas como un
solar y que para los millones de turistas que vienen desde fuera suscita un
interés paupérrimo por no hablar de las millonadas que se gastan en
producciones que, después de recibir pitadas descomunales, acaban en un almacén
para goce y disfrute de las termitas y el óxido. El dinero del contribuyente
merece más respeto que el de uno mismo y hay que saber administrarlo e
invertirlo con honestidad.
Por la caída de abonos se culpa a la crisis, en parte es
cierto, pero personalmente creo que mayoritariamente es debido al poco interés
que suscitan las programaciones y este continuo goteo de nuevas producciones
del famoso “Konzept” que da un pobrísimo resultado a un coste que en este
momento la institución no lo puede soportar más.
Conozco muchos abonados que se han dado de baja y no son
precisamente anti modernos, lo que pasa es que están hartos de tanta vulgaridad
y de cosas absolutamente inconexas. Están hartos de la “Modernidad mal
entendida”.
Después de leer los resultados económicos de la Ópera de
Viena, la frase que se dice, por parte de la gran mayoría de directores de
entes líricos: “todos los teatros de ópera son deficitarios” es otra de las
tantas mentiras que de tanto repetirlas se convierten (para muchos) en verdad.
Pero la única verdad es que un teatro bien llevado, bien administrado, bien
programado, con un coro y una orquesta consolidadas, de deficitario tiene poco,
lo otro es la mentira que sirve para tapar la incapacidad.