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sábado, 29 de diciembre de 2012

CRÓNICAS INVERNALES



En estos días de trasiego navideño, de compras locas, de comidas demasiado copiosas me fui a pasear por la Diagonal y con andares firmes pero lentos llegué a la calle Marina, giré a la derecha y llegué  a la Plaza de Toros de la Monumental, mi coso, el coso barcelonés. La memoria es lo que tiene y mis recuerdos aparecieron de forma vertiginosa. Cuantas tardes de toros, de libertad, de saborear un buen puro y disfrutar de esas tertulias taurinas tan enriquecedoras tanto en el léxico como en el fondo, en la pulcritud y en el aseo. Los jóvenes, los antiguos, sentando cátedra, las caras de aquellos chavales a los que les podía la ilusión y la pasión por la fiesta escuchando boquiabiertos las vivencias de aquellos taurinos de antaño. Impagable era y es, como impagable es el recuerdo. Menos mal que la memoria y la mente no te la pueden  secuestrar, cohibir, amedrentar ni censurar. Disfruto del recuerdo. Me senté en la Gran Peña, catedral de las tertulias taurinas, como en su día lo fue el Sol y Sombra ya desaparecido desgraciadamente. Me senté en la terraza y saboree un Cohíba Churchill de los de antaño y en el recuerdo, en mi pensamiento mantuve mis tertulias con aquellos taurinos que ahora somos y nos sentimos huérfanos. A pocos metros ni los camiones, ni los autobuses ni el tráfico vertiginoso consiguen tapar el resueno de clarines y timbales, de las ovaciones y de aquel pasodoble tan torero “Amparito Roca”, éste sigue resonando como en las conchas marinas se escucha el sonido del mar. Las lagrimas siguen aflorando mezcladas al sudor de esas tardes de calor, esas lágrimas que nos secábamos con el filo del pulgar cuando veíamos una faena seria, un quite hecho a conciencia, un par de banderillas cuadrando en el morrillo del burel, o ese tercio de quites y varas llevado con torería y con maestría por el director de lidia…lágrimas de pasión y de arte para aquellos que tenemos y seguimos teniendo amor por la fiesta.
El puro se agotaba, manteniendo esa ceniza firme y dura, el café calentito entrelazó los dos sabores y sentí mucha rabia por lo que a los taurinos nos han hecho, sentí tristeza por la injusticia tan enorme de la que hemos sido víctimas.
Le di el último vistazo, casi de reojo, pero en esa mirada le dejé cariño, cariño con cuajo, ese cariño que le tengo a mi plaza y el profundo respeto que siento por ella. Plaza que sigue erguida y ahora más que nunca porque desgraciadamente se ha convertido en un monumento a la libertad robada.
Y la gente me sigue preguntando ¿eres italiano…por qué te gustan los toros? Porque como Hemingway, como Orson Wells y como tantos otros que han, hemos disfrutado del arte de Cuchares y con un par seguimos amando la Fiesta, sin más, y ¡ya vale!
Desde el Tercio de la Monumental de Barcelona, un fuerte abrazo.

lunes, 24 de diciembre de 2012

LOS MAYA (VAYA RUINA)




Nunca me había dejado llevar por la vorágine tremendista de creer en  predicciones quirománticas y de pueblos ancestrales de civilizaciones antiguas y ya extinguidas. Pero esto, lo de los mayas, me lo han metido hasta en la sopa y quieras o no uno al final se deja arrastrar por semejantes tonterías. Se acaba el mundo porque los planetas se alinean, como los quintos en la mili cuando el sargento chusquero les mete cuatro voces, porque el jefe de los mayas así lo predijo un día en el que se le habría ido la mano con los sicotrópicos y que la altura le había puesto la sesera de vuelta y media.  
Decidí creérmelo y tomé varias y claras decisiones. Encargué un cochinillo como todos los años para Navidad pero me lo hice traer el 19 para cocinarlo el día 20. Vamos que adelanté la Navidad o el solsticio de invierno para que no se me solivianten los paganos. Puse el árbol, el pesebre, compré marisco y adelanté la Nochebuena. Me despedí de todos mis amigos y amigas, de forma velada para que no me pusieran una camisa de fuerza. En mi casa llamaron al loquero para decirle que necesitaba una visita urgente ya que "se me había ido la pinza"¡ilusos! ¡El mundo se acaba! Pensé que antes de que se acabara todo tenía que irme de este mundo saboreando de nuevo los placeres de la vida. Como hace tiempo que he dejado de ser sexy y atractivo (si es que alguna vez lo fui, guapo nunca lo he sido, pero sí pintoresco) tuve que buscar compañía femenina de "aquí te pillo, aquí te mato" a precio de oro, se entiende. Me busqué un monumento de órdago a la grande, una sueca de bote que tenia silicona hasta las pestañas. (Mis amigos me dicen que como me pueden gustar las siliconas si son mentira, es fácil: también Papá Noel es de mentira y no por eso me deja de gustar el abrir los regalos) un pedazo de hembra que no se la saltaba un torero. Me fui a comer al restaurante más caro de la ciudad y di buena cuenta de los huevos de esturión, de las ostras, de los percebes y de la liebre a la royal. Por no hablar del rioja que me metí entre pecho y espalda, un Rioja Alta de cinco estrellas, vamos  un 890. Luego para hacer la digestión me fui al mejor cocktail bar de Barcelona donde saboree las mejores ginebras. Gin tonics a go-go y llegué a casa con una merluza del 15. Mañana ya no despertaré ¡y una leche! Esta mañana me he despertado con una resaca de padre y muy señor mío, me duelen hasta las cejas y tengo la cartera tiritando, sigo vivo y el maya de marras se debe estar descojonando de la risa.
Ahora que venga alguien y me diga que se acaba el mundo…el año que viene o dentro de trescientos años…la inocentada ya la he pagado y con creces, vamos que me he quedado (con la cartera, se entiende) más seca que la mojama.
PD. Esta mañana me he ido a visitar a la rubia de marras para que me devolviera la pasta…y he repetido…la carne es más que débil: es lo siguiente.

sábado, 1 de diciembre de 2012

¡MAYDAY!





He recibido una carta del Teatro del Liceu firmada por el Director General, el Director Artístico y el Director Musical. En dicha misiva, nos piden que ayudemos al teatro, con aportaciones privadas,  a salir de la preocupante situación económica en la que se encuentra. Me parece una salida desesperada, ya lo creo.
Si tengo que contribuir, cosa que no descarto, lo haré solo cuando se hagan públicas todas las cuentas del teatro, los departamentos y los salarios, pero esto se que no lo van a hacer y no lo van a hacer porque se les caería la cara de vergüenza a más de uno. En mi blog he denunciado sin cesar la situación en la que se encontraba y se encuentra el Liceu, lo he escrito muchas veces. Me comentaba no hace mucho un buen amigo que me tachaba de alarmista y exagerado, pero si uno conoce un poquito este mundo, sabe que esto es lo que hay y que es lo que iba a pasar.
Miren Ustedes, no es que yo sepa más que nadie, la verdad es que sé bien poco, pero tengo sentido común y el día que leí el número de empleados que tiene el teatro lírico barcelonés, la pasta que cuestan las producciones y los desbarajustes que hay en cada departamento, me di cuenta que esto tenía que acabar como el “Rosario de la aurora”. Acabará como la mayoría de los entes líricos italianos que pagan religiosamente las nóminas de los despachos, pero a más de un artista le adeudan cachés desde tiempo inmemorable. La lógica dice que un teatro de ópera se llena y funciona si hay orquesta, si hay coro y si hay solistas; es evidente que necesita una parte burócrata: recursos humanos, administración, tramoyistas, etc. etc., pero ¿en qué proporción? No en la que hay ahora en el Liceu que está, a todas luces,  totalmente desproporcionada.
El río de dinero que ha entrado en ese teatro se ha convertido en un riachuelo y baja más seco que la mojama.
Los delirios de grandeza, las fastuosas y carísimas producciones de los del “Konzept”, las primeras figuras a cualquier precio, los despachos a rebosar, el escenario quedándose cada día más falto de artistas, las entradas a precios desorbitados y ¡claro!: la crisis, que es la que tiene la culpa de todo.
La culpa es de quien ha sobredimensionado el teatro, los que han contratado sin necesidad y por motivos “políticos” y los que han permitido que esto ocurriera.
Ahora nos piden a los ciudadanos que colaboremos desinteresadamente para salvar el teatro: ciudadanos a los que nos crujen a impuestos y que con éstos y con la compra de entradas hemos mantenido este festival. Estoy dispuesto a colaborar, pero no a fondo perdido. Que la administración reconduzca el teatro a lo que tiene que ser y que no sigan con el modelo actual.
Si hay que contratar producciones antiguas, de bajo coste, que lo hagan, que utilicen las más de treinta producciones que tienen en los almacenes, que redimensionen los despachos, que consoliden coro y orquesta, que reduzcan cachés de los artistas y si no que contraten buenos cantantes aunque no sean tan mediáticos, que contraten artistas del país que los hay, que cantan muy bien y que necesitan trabajar, pero está claro que si hacen esto, es muy probable que no necesiten del dinero en forma de ayudas.
Colaborar sí, pero no a cualquier precio y sin saber la realidad de los números y de las cuentas que deben ser,  a todas luces,  impresentables.