Bajo este título acudimos al Coliseo de Las Ramblas para
asistir a un concierto organizado por los profesores de la orquesta y por los
artistas del coro. Recalco lo de profesores y artistas ya que le expresión “músicos”
y “cantaires” no va conmigo,
pueden ser calificativos correctos, pero prefiero llamarlos por su verdadero
nombre, el que se han ganado con trabajo, esfuerzo, sacrificio, estudio y sobre
todo un amor descomunal por la música, por eso, para mí siempre serán los
profesores de la orquesta y los artistas del coro.
El Liceu es un edificio emblemático, con 165 años de
historia y, como dijo el Maestro Tribó en su entrañable relato en off el otro
día, es un teatro que ha visto y vivido de todo: incendios, bombas, etc. etc.
pero realmente, el alma del Liceu, es la de los que están cada día aguantando
carros y carretas, aguantando amarguras, tensiones y momentos muy difíciles.
Los solistas aparecen y desaparecen, pero los que aguantan los pilares y las
paredes maestras son los dos estamentos fundamentales: el coro y la orquesta.
Sus intervenciones fueron de autentico nivel, de arrojo
total y de entrega absoluta. Es cierto que soy de lágrima fácil, pero la exhibición
de todas y cada una de sus intervenciones fue muy emocionante y emotiva.
La ovación del público, puesto en pie, cuando el coro y la
orquesta hicieron acto de presencia en el escenario debería hacer reflexionar a
más de uno, para que recapacite y piense
que la calidad artística y especialmente el alma del teatro están en el
escenario.
El alma del Liceu son ellos, orquesta y coro, y nos la
transmiten haciendo crecer la nuestra. El alma es sentimiento y viceversa. El alma se
desarrolla, se magnifica, crece y aumenta, pero no por si sola, necesita cosas que la hagan aflorar y en este
caso ha sido este fantástico concierto. Concierto que será recordado con amor y
cariño por el que escribe, para otros debería ser motivo de vergüenza. Vergüenza por haber
llevado a esta institución a la situación actual en la que se encuentra. Personajes sin alma que para
salir en la foto o en la tele han corrido como alma que lleva el diablo. Ya han
salido en la foto, ya han cumplido con su objetivo y con sus intereses ¿y mañana qué?
Hay que seguir luchando para que estos dos estamentos
crezcan y se consoliden y no para que les hagan desaparecer o los dejen
reducidos a la mínima expresión. El pasado domingo nos quedó claro a la inmensa
mayoría que la calidad artística debe de estar en el escenario y que el alma
son ellos: el coro y la orquesta. El Liceu es emblemático y a muchos se les
llena la boca con frases altisonantes sobre la historia del edificio y la
importancia que tiene, pero el corazón y el alma es de quien la da y la
exterioriza. Por eso GRACIAS a los artistas del coro y GRACIAS a los profesores
de la orquesta, las verdaderas almas del Liceu y de cualquier teatro de ópera
del mundo.
A todos aquellos que asistimos, a los que se quedaron fuera,
a los que no consiguieron una localidad a todos sin distinción nos han llenado
el alma y el espíritu. Tenemos y estamos concienciados de quien tiene que
continuar y crecer y quien se debería ir a su casa. El problema es que hay muchos
que han ido a hacer acto de presencia no vaya a ser que se queden fuera de la foto. No moverán un dedo si no es para sus propios
intereses. A estos ni con cien conciertos como este se les despertará el alma:
dejarán pasar el tiempo, y despreciarán el
alma que ha salido para decir basta ya de tanta mentira, malversación y enchufismo. Volverán a hacer lo que les interesa y les convenga,
eso sí y no nos olvidemos, con el dinero del contribuyente.
Desde los dos blogs en los que escribo, me dejaré los dedos en el teclado para seguir
ovacionando las intervenciones de estos dos pilares fundamentales del teatro y
para denunciar las injusticias de las que son objeto.
Repito: GRACIAS a vosotros, coro y orquesta, las verdaderas
almas del Liceu.