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miércoles, 11 de julio de 2012

COPIAR A LA ÓPERA DE VIENA



Leo siempre con mucho interés el blog IN FERNEM LAND. Su autor, Joaquim, hace reseñas, escribe críticas, hace balances, estadísticas y recoge una gran cantidad de opiniones que siempre son muy interesantes, como todos sus escritos. Tenemos en muchos puntos coincidencias y en otros diferencias, pero es un autentico gustazo leer su blog.
Esta mañana he leído un artículo “COPIAR A LA ÓPERA DE VIENA”, es alucinante pensar que, con lo que está cayendo, la Ópera de Viena haya presentado beneficios este año y el año pasado también. Las cifras son escalofriantes 29,5 millones de Euros en el ejercicio 2010/2011 y este 2011/2012 la cifra llega a los 31,3 millones de Euros.
Pero hay que buscar explicaciones y el por qué de las cosas. Para empezar hay que decir que cuando uno asocia una ópera o un concierto a una ciudad, en la mayoría de los casos, la mente se nos va a Viena, esta ciudad es la cuna de la música, guste o no. Austria tiene una gran ventaja (Alemania también), y es que en los colegios la música no es una “maría”. En los colegios ésta tiene una importancia capital y es una asignatura de vital importancia. Es difícil ver por las mañanas a algún niño que vaya sin un instrumento al colegio. Tiene Viena varias salas de conciertos así como varios teatros de ópera y la ocupación es muy elevada. Una de las cosas fundamentales, para tener tanta ocupación es el atractivo de las temporadas que se programan. En la Wiener Staatsoper la programación diaria es muy interesante y para todos los gustos. Eso sí las producciones se amortizan al máximo y este es uno de los puntos fundamentales para abaratar costes. Por poner un ejemplo el “Elisir d’amore” que se programa es de Otto Schenk y esta producción tiene más años que mi abuela. Por otro lado la institución es en un 90% privada, el estado solo aporta un 10% y ya se sabe que cuando el dinero sale del bolsillo de un privado, la gestión es rigurosísima y no se tira el dinero. La orquesta y el coro son de primerísima fila. Los precios no son baratos, pero lo que te ofrecen es de altísima calidad. Reposiciones de antiguas producciones, amortizadas y reutilizadas constantemente, con planes de ensayos cortos para no prolongar innecesarias estancias a los artistas y su consiguiente coste. Los contratos de los cantantes son programados para diferentes temporadas y títulos y si le das a un artista 30/40 funciones en 4/5 años, con garantías, los cachés bajan considerablemente. Luego está el cast de secundarios, en su mayoría con contrato laboral fijo y que cubren con total garantía estos roles que aun siendo secundarios, son de vital importancia.
En el Liceu es prácticamente imposible adoptar en su totalidad el modelo Viena, no hay tanto público, pero sí que se pueden adoptar cosas de ese teatro.
Ante todo hay que hacer un inventario de todo lo que hay en los almacenes: producciones, vestuario, attrezzo. Si el Liceu, que tiene una plantilla absolutamente desequilibrada y sin sentido, quiere mantener los puestos de trabajo, ha de empezar a recuperar antiguas producciones, revisarlas y/o reinventarlas para otros títulos: en pocas palabras ahorrar y reducir costes. Romperse las meninges en pensar en unas temporadas bien equilibradas, dejando aparte los gustos o caprichos de quien contrata y programa. El Liceu es de todos y no de quien lo dirige y el que desarrolla esta función debe de darse a su mandato en cuerpo, cerebro y alma y no pensar en carreras políticas futuras.
Hemos visto en el Pelleas et Melisande que incluso regalando entradas, el teatro estaba medio vacío. Ante todo hay que saber cuál es el gusto mayoritario del público del país y el del extranjero: repito que somos mediterráneos y los gustos que tenemos aquí distan mucho de los que pueda tener Bruselas o Amsterdam. Han cambiado el Liceu en su estructura, en su funcionamiento, pero lo que no pueden pretender es cambiar los gustos del respetable y este es así. El público del país es de tradición, en su gran mayoría, y si quieres tener el teatro lleno has de programar lo que a la gente le gusta y no meter con calzador títulos que no interesan a nadie o a muy pocos y no vender la burra diciendo que hay que culturizar al respetable y menos aun poner ciertos títulos dentro del abono. Títulos que no son atractivos y que dejan las butacas como un solar y que para los millones de turistas que vienen desde fuera suscita un interés paupérrimo por no hablar de las millonadas que se gastan en producciones que, después de recibir pitadas descomunales, acaban en un almacén para goce y disfrute de las termitas y el óxido. El dinero del contribuyente merece más respeto que el de uno mismo y hay que saber administrarlo e invertirlo con honestidad.
Por la caída de abonos se culpa a la crisis, en parte es cierto, pero personalmente creo que mayoritariamente es debido al poco interés que suscitan las programaciones y este continuo goteo de nuevas producciones del famoso “Konzept” que da un pobrísimo resultado a un coste que en este momento la institución no lo puede soportar más.
Conozco muchos abonados que se han dado de baja y no son precisamente anti modernos, lo que pasa es que están hartos de tanta vulgaridad y de cosas absolutamente inconexas. Están hartos de la “Modernidad mal entendida”.
Después de leer los resultados económicos de la Ópera de Viena, la frase que se dice, por parte de la gran mayoría de directores de entes líricos: “todos los teatros de ópera son deficitarios” es otra de las tantas mentiras que de tanto repetirlas se convierten (para muchos) en verdad. Pero la única verdad es que un teatro bien llevado, bien administrado, bien programado, con un coro y una orquesta consolidadas, de deficitario tiene poco, lo otro es la mentira que sirve para tapar la incapacidad.

2 comentarios:

  1. Estupenda reflexión Aldo, en España lo único autriaco que queda es el recuerdo de "los austrias" (entre mayores de 40, los demas piensan que es un barrio de Madrid), aqui nos va mas el farde de contratar a mortieres y similares.

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  2. Estimada Marga, gracias por su comentario. Es casi imposible adoptar el modelo de la ópera de Viena, pero sí se puede empezar a cambiar el modelo de teatro, empezando con cambiar las coproducciones y buscar de hacerlas con teatros de tradición y/o alquilar producciones antiguas que todavía ahora son muy válidas y que cuestan cuatro duros. No se puede programar de espaldas al público, no se puede despilfarrar el dinero del contribuyente. Se han contratado títulos y producciones por puro capricho y esto es lo que no es de recibo. Es un error programar el Pelleas et Melisande en el mes de julio y tantas funciones. Se tiene que programar durante la temporada y con menos funciones (independientemente de los problemas que ha causado el ERE que ahora pongo, ahora quito y de los recortes en la temporada). No se puede programar el festival Bayreuth con lo que está cayendo y con los precios que han puesto, recordemos que éste festival no tiene ni orquesta propia ni coro propio, lo que viene es, según dice la bisnieta del maestro Wagner, lo mejor que pueden contratar, pero ¿será verdad? Saludos

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