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miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Por qué estamos dejando de ir a la ópera?


Las tertulias son necesarias, abren la mente a cualquiera y ayudan sobre todo a las relaciones personales y a conocer inquietudes y pensamientos de todo tipo.
En una cafetería de Barcelona, todas las tardes, nos reunimos un grupo de amigos para tener una “happy hour”, así la bautizamos.
Mi gran amigo Tono es un gran aficionado y apasionado por el arte lírico, le encanta la ópera y ayer estuvimos hablando largo y tendido sobre este género.
Tono no es precisamente de los que se cierran en banda y es mucho más permisivo que yo en cuanto a los montajes escénicos se refiere, dicho sea de paso les diré que Tono es un diseñador y decorador de cinco estrellas y su nivel cultural es de primera fila. Admite todo tipo de nuevas experiencias, tendencias, gustos culinarios aunque en este caso tenemos auténticas trifulcas ya que es un valedor absoluto de la “nouvel cousine” y yo en cambio prefiero un buen cocido o unos garbanzos con bacalao y berzas.
He de decirles que el ínclito Tono es un cocinero fuera de serie y su tarta de queso, por citar uno de sus platos,   es una delicia absoluta para los sentidos. Les digo esto porque ayer, mientras hablábamos de ópera, él me dijo que había perdido mucha ilusión por ir al Liceo y que después de 25 años de abonado había decidido renunciar a este ya que lo que se hacía en el coliseo barcelonés le había cansado. Habló sobre todo de la “modernidad mal entendida” y en ese punto estuvimos de acuerdo. Antes corría como un loco para llegar a casa, cambiarse e ir al teatro, pero últimamente estaba bastante decepcionado y había dejado de tener tanto interés.
La modernidad no tiene nada que ver con la provocación o el mal gusto, por eso la llama la “modernidad mal entendida” y les aseguro que no es como yo, a él le encantaron cosas del ”Ballo in maschera” con la producción de Bieito y le gustó muchísimo el Lohengrin ambientado en un colegio, producciones que en cambio, me horrorizaron. Estoy de acuerdo que yo soy mucho más clásico, que prefiero producciones que se ciñan a la época y a las anotaciones escénicas escritas por el compositor. El problema es que el mal gusto es una cosa, pero el mal gusto con dinero es peligroso, peligrosísimo y esto es lo que se ve últimamente. Creación=0, chabacanería= 100. Buen gusto=0, hortera= 100. Millones de Euros tirados a la papelera para darle bombo y platillo a “régisseurs” que en muchos casos, y cito palabras textuales, la ópera les interesa poco o nada. Pero esta vorágine que ha sacudido a la ópera en  casi todo el mundo viene dada por el poder absoluto que le han dado a la producción y han dejado de lado lo que realmente es primordial en una ópera: la música y la voz.  El porqué es fácil de entender: si un escándalo o una provocación distrae el foco de atención sobre otras carencias alarmantes, adelante con él. Saber si un cantante es válido para cantar un determinado título es muy difícil y hay que saber mucho, en cambio montamos una producción hortera con mucho sexo y con incongruencias teatrales, la atención del público se verá desplazada, se montará la mundial y las voces, que es lo que realmente cuenta, pasarán a un segundo o a un tercer plano y todos tranquilos.
De todas formas el resultado está allí: la caída alarmante de abonados y de interés por la ópera. El público al final no es tonto y cuando va a la ópera quiere escuchar voces que le deleiten los oídos y no ver mamarrachadas sin pies ni cabeza, está harto de ver incongruencias, escenas provocadoras y de pésimo gusto. El respetable no va a la ópera para que le provoquen, va a la ópera para cultivar su pasión por el género y disfrutar con los artistas y la música. La mayoría del público quiere oír buenas  voces y ver cosas agradables, incluso modernas,  pero con coherencia y sobre todo con buen gusto. Si a un compendio de voces mediocres le sumamos una chabacanería escénica el resultado es el que hay y el que es. Y si me apuran más lo mismo pasa aunque se tenga un elenco artístico de primera. El respetable quiere escuchar el “auto de fe” del Don Carlo sin ruidos, sin gritos ni cosas fuera de contexto.
 Si quieren hacerlo que lo hagan,  pero en otros teatros; en los de  ópera no.
Saludos,
Aldo Mariotti

lunes, 27 de febrero de 2012

¿Y ahora qué?


Se ha desconvocado el ERE en el Liceo y los trabajadores, profesores de la orquesta y los artistas del coro han desconvocado la huelga para las próximas funciones de Bohème a cambio de renunciar temporalmente a la paga extraordinaria de verano  a la que hay que sumarle el 5% de rebaja salarial que ya les aplicaron el año pasado (como a los funcionarios, pero recuerden Ustedes que los artistas del  coro y los profesores de la  orquesta no lo son, no nos olvidemos. A un funcionario no se le puede despedir, al artista del coro o al profesor de la orquesta sí).
De cara a la galería las aguas han vuelto a su cauce. Pero esta solución no deja de ser un parche ya que el rio baja revuelto, y los márgenes están protegidos con sacos de arena que serán insuficientes para lo que hay y para lo que bajará de caudal.
En un edificio de viviendas, en una casa se puede hacer todo tipo de reformas, se pueden tirar tabiques, se puede cambiar la distribución, la decoración, el color de las paredes y un sinfín de cosas. Se puede incluso cambiar de administrador y de presidente de la escalera, ahora  bien,  hay dos cosas que no se pueden tocar bajo ningún concepto: los cimientos y las paredes maestras,  si se tocan, se corre el peligro de que el edificio se derrumbe. Pongo este ejemplo porqué en el Liceo se pueden hacer miles de cambios, pero los pilares (cimientos y paredes maestras) no se pueden tocar y estos son el coro y la orquesta.
 Miremos los teatros de primerísima fila en el mundo, todos ellos tienen una orquesta de un altísimo  nivel internacional;  Berlín, Viena, La Scala o el MET, por poner algunos ejemplos y no hablemos del coro de estos mismos teatros: gloria bendita. El teatro de la ópera de Viena, puede estar más o menos decrépito, con olor a moho, pero el sonido es gloria para los oídos y la sala se llena cada día.
 En Viena la sala está a rebosar aunque se haga “il Barbiere di Siviglia” con la producción de Ponnelle. El enorme prestigio de estos teatros viene dado por la calidad del coro y de la orquesta y,  guste o no, esto es así.
Cuando el Liceo contrató al Maestro Gandolfi y al Maestro Sicuri el Liceo tuvo, a nivel del coro, un auge de prestigio internacional y no olvidemos que este colectivo de artistas del coro estaba formado por unas 100 personas y en el departamento de administración había menos de 10. Se contrató al Maestro Üwe Mund y el nivel de la orquesta subió a cotas altísimas. Teníamos en aquel tiempo un coro y una orquesta que eran de primerísima fila. Ahora, el coro del Liceo,  lo componen 64 artistas (más dos en excedencia)   y la orquesta la componen 82 profesores, y en la administración alrededor de unos 130, no deja de ser curiosa la proporción, el descenso de un colectivo y el auge de otro.
Llámenme tonto si quieren, pero en un teatro de ópera ¿Quién levanta el telón? ¿Quién hace llenar la sala? ¿Quién canta el “Va pensiero”? , ¿El coro de “Die Meistersinger von Nürnberg”? y  la misma reflexión vale para la orquesta ¿quién toca la obertura de “la Forza del destino”?, ¿El intermezzo de “Thaïs”?, en pocas palabras ¿Quién canta y quién toca en una ópera? Visto lo que hay estas son una serie de preguntas que tienen una respuesta difícil  aunque parezca increíble al menos por lo que se ve.  La realidad es una y todas estas preguntas tienen una respuesta y es sencillísima, aunque les cueste reconocerla.
Si hay que hacer recortes que miren a otro lado. Que recorten en las nuevas producciones,  no es necesario hacer tantas cada año. Quiten poder a los “régisseurs” y limiten los largos y costosísimos ensayos. Si hay crisis que contraten antiguas producciones, aunque no les guste, mucha gente del público se lo agradecerá o que utilicen las casi 50 que tienen en los almacenes. Que se hagan óperas rentables y  que llenen la sala. Hay que hacer las cosas equilibradas y en su justa medida, pero el coro y la orquesta son intocables y si me apuran hay que reforzarlos. Que equilibren el personal y no como ahora que está sobredimensionado en muchos departamentos.
 No sirve hacer óperas que no interesan a nadie y que los días previos al estreno o a las funciones se haga como en un Fast Food;  “dos por una” o con descuentos alucinantes, para llenar la sala y luego decir que ha sido un éxito de público (en muchos casos ni así lo consiguen).
No digo que no se hagan óperas del siglo XXI, modernas o como las quieran Ustedes llamar, pero estas hay que saber escogerlas,  que sean de calidad y que el envoltorio, o sea el montaje escénico, no cueste un ojo de la cara. Si se quiere tener un público educado y preparado para estos títulos modernos hay que empezar a tratar a la música como se merece, empezando por los colegios, tratarla como una asignatura importante y no como ahora que es una “maría”. Empezar la casa por el tejado es imposible, se mire por donde se mire.
Ahora se desconvoca la huelga y el ERE queda suspendido, ¿y mañana qué? Todo esto se ha salido de madre, se han cometido errores desde un principio y ahora hay que arreglarlos. Pero esto no se consigue con parches, parando los golpes como si de un “sparring” se tratara, se consigue recortando gastos y redimensionando todos los departamentos, tocando de pies en el suelo, pero al coro y a la orquesta ni tocarlos, sería ridículo un teatro de ópera sin sus paredes maestras y sin sus cimientos, sería inadmisible y si no ya lo verán: el edificio al suelo.
Saludos,
Aldo Mariotti


lunes, 20 de febrero de 2012

Palos de ciego y "Calidad artística"

Perdonen Ustedes, pero estamos dando palos de ciego, especialmente los que en mayor o menor medida vamos a la ópera.
Nosotros damos palos de ciego porque no tenemos ni sabemos las cuentas del teatro y dudo que las conozcamos algún día, parece mentira, pero es así. Es alucinante que un teatro con gestión pública no publique el balance y las cuentas; es dinero del contribuyente y ni se entiende ni se explica que no se pueda acceder a las cuentas.
Cuando yo me siento en la butaca de un teatro de ópera, lo primero que veo cuando se apagan las luces es al director de orquesta y a la misma afinada y preparada. Escucho la obertura, si la hay,  y luego escucho y veo a los cantantes del coro, solistas y extras. Es evidente que detrás hay un trabajo por hacer: maestros internos,  tramoyistas, electricistas, sastres, peluqueras/os, maquilladoras/es. Se necesita mucha gente para realizar un espectáculo.
Digo esto por lo siguiente. Las cabezas pensantes han metido a todos en el mismo saco con este ERE que afecta al 90% de la plantilla. La jugada es sibilina, maquiavélica ya que trataran a todos por igual y los despidos a partir del mes de septiembre serán de órdago a la grande. La realidad es otra y me he cansado de repetirla. Distraen y hacen caer en la trampa a todos los colectivos del teatro: principalmente coro y orquesta. La gente que ha pagado sus entradas, cuando se encuentren con la huelga durante la Bohème,  con quién la van a tomar es con estos colectivos últimamente citados, nadie, repito, nadie la va a tomar con todo el colectivo de la administración porque este no aparece en el escenario: si estuvieran en su gran mayoría de baja, nadie se daría cuenta y nadie les echaría de menos. Los que van a pagar el pato van a ser los profesores de la orquesta y los artistas del coro, estos últimos, ojalá me equivoque, son los que lo tienen más crudo (y si no miren el teatro Real).
Será alucinante ver en futuras temporadas un Liceo sin coro y con parches tipo Intermezzo,  con la polifónica de Puig-Reig o similares.
 ¿La calidad artística se verá afectada? Las cabezas pensantes del Liceo se llenan la boca con lo de la “calidad artística” y de la imagen internacional del Liceo. Todavía no se han enterado que para tener un teatro de primera fila, de “calidad artística” internacional,  lo que el teatro necesita es un coro y una orquesta de cinco estrellas, bien consolidadas y sobre todo muy cuidadas y si me apuran mimadas, esto para empezar.
 Esto es así se mire por donde se mire. La “calidad artística” no está en los despachos, ni en la administración, ni en el departamento de recursos humanos, ni en el departamento de contabilidad, ni en el de mecenazgo, relaciones públicas y acción comercial, ni en el de comunicación. La calidad artística está en el escenario, en los solistas, en el coro y en la orquesta. Ni siquiera está en las escenografías, en producciones carísimas del “Konzept”, que a lo único que últimamente han llevado es a pitadas descomunales por parte del respetable ¿No pone en entredicho a la “calidad artística”  cuando el público en su mayoría demuestra su disconformidad con producciones que no tienen nada que aportar y que no respetan ni al compositor, ni a la música, ni al libreto, ni a las anotaciones escénicas del propio compositor y siguen contratando semejantes esperpentos? Estas conductas del respetable, para ellos,  es ir contra la “calidad artística” y es culpa de los retrógrados casposos que no han evolucionado a los dictámenes y a las imposiciones de la modernidad mal entendida.
Si realmente quieren montar la mundial durante las funciones de Bohème, que se pongan en la puerta los trabajadores de la administración del teatro e impidan la entrada del público y que no permitan que el marrón se lo coman los profesores de la orquesta y los artistas del coro, pero como he dicho en otros escritos, los tiros van por otro lado: nos vamos a quedar de piedra con los despidos que se avecinan y si no al tiempo. Una cosa está clara: el oasis se ha acabado, pero los políticos, los que mandan y que son los verdaderos responsables, se irán como siempre de rositas, no tengan Ustedes la menor duda.
Aldo Mariotti

domingo, 19 de febrero de 2012

La Montería


Hace muchos años que mi afición por la caza me ha llevado a muchos sitios y a muchos rincones de España.
La caza tiene algo especial, pero no solo es el hecho de matar, de disparar: la caza la componen muchas otras cosas. Uno empieza a cazar cuando se prepara la maleta. Les diré que yo ejerzo el arte venatorio desde que tenía siete años y todavía ahora, y han pasado ya 43 lustros, me cuesta dormir el día antes de echarme al monte.
Este fin de semana he monteado en la finca “el Hoyo”, sencillamente espectacular, un fin de semana para guardar en la memoria no solo por el éxito de las dos jornadas, también por la gente con la que compartí estos dos días.
Ante todo hacer una mención especial a Don José María López-Pelegrín “Pele” el organizador que cada día me deja más sorprendido por su capacidad de trabajo, organización y sobre todo por la descomunal pasión que tiene por la caza. Controlar a 35 monteros  y respectivos acompañantes, 20 rehalas, muleros, secretarios, postores, etc., etc. no es fácil. Cuenta “Pele” con la incalculable ayuda de María que tiene mucho temple y no solo controla lo mismo que “Pele”, lo controla a él también y solo por eso merecería un capítulo especial en cualquier enciclopedia sobre el arte venatorio. Hay que saber reconocer lo que hay detrás. Uno llega a la finca, se mete entre pecho y espalda unas migas de campeonato, sortea, te dejan en el puesto y a cazar. Detrás hay horas, días, meses de trabajo, de mirar las manchas, la finca, rezar por el tiempo, preparar los puestos, como “entrar” las rehalas, miles de detalles que hay antes y después, noches sin dormir, preparar una montería es dificilísimo y hay que aplaudir y en este caso ovacionar a la organización.
Los dos días fueron espectaculares, nos acompañó un sol de justicia y aun estando las mañanas frías, las monterías transcurrieron con un sol espectacular. La cantidad de reses que se vieron y se cobraron fue impresionante. Es cierto que hubo quienes tuvieron más suerte que otros, pero esto es y será  siempre así en todas las cacerías.
Volviendo a las migas: ¡¡acojonantes!!, buenísimas. Ya lo sé que para los que estamos permanentemente a régimen estas son veneno, pero “dame veneno que quiero morir”, como rezaba la canción. El desayuno tradicional, el desayuno montero no se puede saltar, como otras cosas. Las normas de seguridad, repetidas hasta la saciedad, el sorteo y el rezo para que todo vaya bien y para recordar aquellos monteros que ya no están con nosotros. Llámenos “antiguos”, “casposos”, pero la vida sin tradiciones no es tan bonita y hacer lo que hacían nuestros abuelos tiene ese aroma de recuerdo y de respeto por las cosas bien hechas y porque somos y seremos así.
Nos une a todos la pasión por la caza: hablamos de calibres, de lances, de fallos garrafales: “todavía corre” aquel venado que lo teníamos a “huevo” o aquel cochino que “todavía ahora no lo entiendo”, “¡ se fue de rositas! “¡Lo tenía en el visor, lo tenía metido en el visor!”.
La emoción de la ladra, de ese “pavo” rompiendo monte, del cochino plantando cara a la rehala, el lance soberbio, el disparo certero, la montería es fascinante, te pone la piel de gallina, te emociona.
La comida, el puchero caliente que te repone del frío especialmente si te ha tocado un puesto en la “umbría”, las risas y el buen ambiente que se respira durante toda la jornada. En el hotel, otra mención especial a la hospedería “La Almazara”, donde te tratan como en casa y cuidan los detalles de manera sublime.
Gracias “Pele”, gracias María, gracias David, mi secretario, que me ayudó en las tareas de marcar las reses y con ese morral que todavía ahora no me explico cómo puede pesar tanto y gracias a Don José Luís Herrera que me recogió en la estación de Puertollano y me llevó de vuelta, esa vuelta que entristece, que te separa de tu pasión.
El año que viene, volveremos, volveremos a reunirnos,  a “sentir” ese hormigueo, esa pasión por la caza: la pasión por la montería.
Saludos monteros,
Aldo Mariotti

martes, 14 de febrero de 2012

Ríos de tinta


Se están gastando ríos de tinta, de pulsaciones en el teclado, hablando de la situación del teatro del Liceo de Barcelona.
Presentación de un ERE, suspensión de dos títulos, de recitales, de ballet y algo de la programación del “petit Liceu”.
Situación crítica y cruda la que se nos presenta a los contribuyentes que, en algunos casos, somos también espectadores y esto lo recalco porque en el fondo todo lo pagamos entre todos y cuando pagamos una entrada ya hemos pagado alguna parte con nuestros impuestos.
Lo que no entiendo es porque no se enseña  el balance y las cuentas públicamente. Lo tienen escondido y guardado a buen recaudo ¿...Il perché non so? (“…porque no lo se” cantaba  Mimí en la Bohème) yo me lo imagino e intentaré razonarlo.
El Liceo se quemó, lo reconstruyeron y pasó a ser el “Liceu de tots” (El Liceo de todos); se gastaron lo que no está en los escritos en la reconstrucción, los antiguos propietarios renunciaron a la propiedad, pero mantienen los derechos (por ejemplo pagan menos por un abono, creo que un 25%). El Liceo dejó de ser aquel teatro “privado” para convertirse en un teatro moderno, de todos y naturalmente donde las instituciones públicas tomaban el mando. Parecía que lo habían salvado ellos, no los contribuyentes. Un escenario que podría perfectamente hacer una función diaria y doble programa los sábados y domingos. La infraestructura más moderna del mundo, así decían. Se empezó a contratar gente a mansalva, sin ton ni son, sin reparar en gastos ya que la casa era grande.
Los años pasan y ahora ha llegado la crisis, crisis mundial, crisis galáctica o como Ustedes prefieran. Al Sr. Marco, actual Director General, le toca bailar con la más fea, le han cerrado el grifo y allí se las apañe. Piden su cabeza como a “Andrea Chenier”, pero esto es algo que va ligado al cargo que desempeña. Como es un cargo político tiene que tragar y como no, nunca decir la verdad. Los recortes artísticos que crean alarma social y un sinfín de comentarios, no son más que cortinas de humo: el fuego lo tienen otra vez dentro y es un cúmulo de esperpentos que vienen desde hace muchos años.
Miren Ustedes, un teatro de ópera, para funcionar, lo primero que necesita es tener un coro y una orquesta de nivel y sus miembros deberían  ser intocables. Es cierto que  se necesita una dirección general, una dirección artística, un director musical estable, dirección financiera, de personal (ahora Recursos Humanos), técnicos y demás personal. Me parece perfecto, pero todo esto ha de estar bien equilibrado y ahora como ahora está totalmente fuera de norma, pero no solo ahora, ya lo estaba cuando se volvió a abrir el teatro. No es de recibo que haya tanto personal en el teatro, especialmente en la parte administrativa. En mi vida profesional he conocido empresas muy grandes y nunca había visto tanto desequilibrio. Pero las empresas que yo he conocido no eran públicas, eran privadas y ya se sabe que el privado, el empresario,  le tiene mucho respeto al dinero, no lo tira y contrata lo justo y necesario.
No defiendo en absoluto al Sr. Marco, pero parte de culpa la tienen sus predecesores que son también directamente responsables y no se pueden ir de “rositas”. Que den la cara, pero nadie lo va a hacer, sus jefes son otros, son  los políticos que han dejado y han utilizado el arte y la cultura como moneda de cambio y han utilizado el teatro para acomodar a quien les ha interesado, eso sí: a costa del contribuyente no nos olvidemos.
Que los trabajadores del Liceo renuncien a la paga extraordinaria de Junio, es loable, pero es otra cortina de humo, quieren meterle más presión a la dirección del teatro, pero no se dan cuenta de que esto es solo la punta del iceberg y que la dirección del teatro va a poner en marcha un despido masivo de personal en los próximos meses y  en ese despido masivo, desgraciadamente, van a meter a todos en un saco: coro y orquesta incluidos y esto me parece una autentica aberración y una manipulación de órdago a la grande a parte de un insulto a la inteligencia.
El Liceo cuenta con una orquesta con 82 profesoras y profesores y el coro lo componen 67 artistas (ahora 65 ya que hay dos de excedencia), 149 en total mientras en la administración del teatro hay alrededor de 140 trabajadores. Una empresa dedicada a la música, que tiene una plantilla de 395 trabajadores después del último ERE (antes eran 450) tiene contratadas más o menos a 140 personas en la administración, ¿alguien me lo puede explicar?, no creo. Lo podrían explicar, pero semejante esperpento dejaría a más de un político en el candelero y esto va a ser que no, esto es políticamente incorrecto.
Los ciudadanos nos quejamos de los recortes artísticos, pero no nos paramos a pensar de la gran malversación que se ha hecho con nuestro dinero, no ahora, desde que el teatro volvió a abrir. Puestos de trabajo inútiles, sin pies ni cabeza.
 Rezaba el refrán: de aquellos barros vendrán estos lodos y el refranero casi nunca se equivoca a diferencia de estos administradores que han sido incapaces de gestionar una entidad como el Liceo.
Saludos,
Aldo Mariotti

viernes, 10 de febrero de 2012

Allons enfants de la Patrie....


He estado  de viaje y hasta esta mañana no me he enterado de lo que había pasado. Parece ser que algunos de los conciudadanos de Pepe “Botella” han montado la mundial con historias de dopaje y se han ensañado con deportistas españoles. Pepe “Botella” en aquella época no conocía el doping, pero daba, según dicen,  buena cuenta del rioja, dicho sea de paso. Dicen que esta fama le venía porque una de las primeras medidas que tomó fue liberar la tasa sobre los alcoholes y liberar los horarios de las botillerías, pero que él era casi abstemio: a saber.
La envidia es lo que tiene y reconocer la grandeza del rival está reservado solo a los caballeros bien nacidos.
Para dar lecciones de dopaje están ellos;  han intoxicado a millones de niños con Asterix que para sacudirle a los romanos se ponía de sustancias hasta las orejas. Bonito ejemplo y no quiero hondar en el tema, pero el capítulo de “Asterix en las Olimpiadas” es muy esclarecedor.
Uno de los pecados capitales es la envidia y creo yo, sin entrar en temas religiosos, que debería ser excluida de tal rango ya que con la envidia se pasa tan mal que la pena la purgas en el momento que sufres el pecado de la envidia, a diferencia de la gula que te pones las botas con un buen cocido, si es de Casa Daniela mucho mejor, y la pena ya la descontarás cuando te toque, pero de momento sientes un verdadero placer, vamos: de órdago a la grande.
El verdadero problema es la chabacanería y el nivel cultural que nos inunda, no solo aquí, ni los” enfants de la Patrie” se salvan. Aquí les hemos reído las gracias a los guiñoles durante años, se han mofado de todos y de todo durante mucho tiempo. Vivimos en una sociedad que lo único que importa es lo que tienes en el bolsillo “tanto tienes, tanto vales” y si no te haces rey de la farándula, vende y esnifa coca, pega a tu conyugue que antes o después alguien te saca en la tele y te hace famoso aunque te mancillen y te insulten. Si matas, si robas dinero del contribuyente ya ni te cuento, puedes llegar a ser candidato a la Moncloa. Esto se contagia y lo que se consigue con tesón, esfuerzo y sacrificio, como molesta, es doping.
“Están locos estos romanos” rezaba el simpático Obelix, dopado a perpetuidad desde pequeño, el problema es que estamos locos todos, con estos programas basura que lo único que hacen es embobar al personal. Todo vale para la audiencia y la chabacanería es el pan nuestro de todos los días.
Mi patria es Italia, pero me siento muy español y muy orgulloso cuando veo a Nadal sacando las tripas y metiendo una volea para ganar un punto decisivo, cuando veo a Contador pasear la roja y gualda por los  Campos Elíseos, cuando Gasol “machaca” dos puntos en el aro de los Celtics o a Casillas volando para meter un “paradón” de cinco estrellas.
Ya lo decía la canción:  “Con las bombas que tiran los fanfarrones, se hacen las gaditanas tirabuzones” y eso es lo que tenemos que hacer. Reírnos de los estúpidos (no es insulto, es un diagnóstico)y de sus estupideces, que ya lo pasan mal con la envidia que tienen y que por lo que se ve, les queda mucha quina que tragar y hablando de tragar, que se pasen al aceite de ricino que encima les va a ir muy bien para el estreñimiento que acumulan de tanta mala leche que tienen.
¡¡Que mala es la envidia!!
Saludos,
Aldo Mariotti

miércoles, 1 de febrero de 2012

Echo de menos....


Echo de menos aquellos años cuando ir al Liceo era un evento social. Llámenme ustedes casposo, me da igual.
Me gustaba ir al teatro los días de gala donde los trajes oscuros, los smokings, los trajes largos de las señoras, recién salidas de la peluquería, eran un espectáculo para la vista, se cuidaba al detalle la imagen. El aroma de los perfumes que se respiraba en el ambiente entrelazados al olor del teatro, ese olor antiguo de teatro importante te hacia respirar noches de ópera.
Echo de menos a aquellos acomodadores como el Sr. Garcés que, cuando sacabas una entrada de palco, si había una localidad vacía te colocaba. Echo de menos los antepalcos, donde si cerrabas la luz y abrías la puerta podías escuchar la ópera con una calidad de cinco estrellas. Echo de menos la acústica del teatro que siempre fue de las mejores, como añoro los descansos después de cada acto y los golpes de martillo de los “attrezzisti” montando el decorado del acto siguiente.  Los profesores de la orquesta en smoking  y las profesoras en traje largo, al director con frac. Las galas eran importantes, se respiraba ese ambiente que, por desgracia, no volverá a repetirse. El turno A era el de los estrenos, el de las galas y en aquellas épocas era el turno que todo el mundo quería. El turno T era el de la tarde, a ese turno estuve abonado muchísimos  años, tenía a mi lado a la hija de Cambó, señora de los pies a la cabeza, de una elegancia superlativa acorde a su simpatía. Incluso en el turno T, el de los domingos era difícil ver a alguien sin corbata: eran otros tiempos.
Echo de menos aquella vieja entrada de artistas, con aquel antiguo kiosco donde se vendían libros antiguos y la tienda de la Isabel donde muchas tardes después del cole iba a compartir la tertulia y donde se podían comprar grabaciones “piratas”. Como echo de menos aquellos años.
El turno T era el mío, pero iba a casi todas las funciones, algunas veces en el 5º piso, otras con entrada de palco colocándome en los pasillos de anfiteatro. Algunas veces el Sr. Garcés me colocaba, otras si encontraba a algún amigo o conocido de mis padres que tenían un palco de abono me invitaban y podía asistir al espectáculo sentado, si no de pié, era más joven, tenía más ilusión y las piernas aguantaban todo y más.
Añoro la decoración de los palcos, su glamur. Recuerdo un palco bañera, esos que estaban encima del foso de la orquesta,  que tenía dos fotos dedicadas, una de Mario Del Monaco y la otra de María Callas. Recuerdo aquel palco que tenía  un retrete propio y todos y cada uno de ellos eran diferentes ya que la decoración corría a cargo de los propietarios que los engalanaban a su gusto.
Echo de menos a aquel antiguo Liceo, algunas veces me había quedado solo en la sala, en silencio y será sugestión, será imaginación, pero se oían las voces, la música. Los tiempos pasan, la sociedad evoluciona y ahora tenemos un teatro moderno, sin personalidad donde gracias a la frase mal entendida “El Liceu de tots” (El Liceo de todos) vemos gente con chanclas y camisetas sin mangas, donde los shorts abundan y donde un señor con smoking y una señora en traje largo parecen ser los “fantasmas del Roxy”  como en la canción de Serrat. Les miran de arriba abajo, como si de un animal raro se tratara. Ahora incluso hay quien los tilda de gente que solo va a lucir y que no tiene ni idea, parece ser que para saber de ópera es necesario un atuendo progre, poco acorde con el teatro y su historia. Recuerdo que en el 5º piso había mucha gente que iba con traje y corbata.
Repito, llámenme casposo, retrogrado, antiguo, no me importa, me gustaba aquello, lo vivía, lo respiraba, lo disfrutaba, lo sentía.
El fuego es a lo que le tengo más miedo, porque lo destruye todo, todo menos la memoria y los recuerdos que nuestra mente atesora y guarda. Aquel día tan triste, aquel 31 de Enero del 1994,  el fuego se lo llevó todo menos los sentimientos y vivencias de aquellos que aun recordamos y vivimos el antiguo Liceo, aquel Liceo que dio noches memorables a Barcelona, grandes noches de ópera.
Saludos,
Aldo Mariotti