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martes, 19 de junio de 2012

EL MAESTRO TRIBÓ



En una garita, en el centro del escenario del Gran Teatro del Liceu, se encuentra una de los corazones del teatro. En esa garita en la que yo entraría solo si me embadurnasen con aceite, se coloca desde hace ya varias décadas el Maestro Tribó.
El Maestro Tribó, Don Jaume, es sin duda una pieza fundamental del teatro, Maestro que atesora una memoria de órdago a la grande y con unas manos y un sentido del ritmo, del tempo prodigioso. Sabe poner la palabra en el oído del artista con una precisión milimétrica, para facilitarle la ya dificilísima labor de cantar.
Miles de artistas han pasado y han sido arropados por su sabiduría. Todos y cada uno de ellos tiene un recuerdo extraordinario de su labor. Cada vez que salgo de viaje y voy a saludar algún cantante por los teatros de este mundo, sistemáticamente me dan recuerdos para él y me hablan de su extraordinaria labor. Me decía una soprano una vez “Quando c’é Jaume, si lavora molto meglio e molto piú tranquilli” (Cuando está Jaume se trabaja mucho mejor y más tranquilos).
En la última Adriana, entre la Frittoli y Alagna, lo sacaron de la concha y el respetable reaccionó con un estruendoso aplauso y un sinfín de bravos hacia la figura de nuestro “Maestro suggeritore”.  En camerinos el propio Alagna, mientras recibía el premio de los “Associació Liceistes del quart i cinquè pis”, dijo una cosa muy cierta: “El Maestro Tribó es el corazón del Liceu”.
Don Jaume se merece esto y mucho más, se merece que este teatro le rinda un homenaje que se merece desde hace años, se merece que el teatro le reconozca públicamente su insustituible,  acertadísima y fantástica labor.
Don Jaume, Maestro Tribó,  Usted es una parte muy importante de “L’ Ánima del Liceu”, parte del corazón que late en este teatro es suyo.
Desde este pequeño rincón, reciba mi más caluroso aplauso y un ¡BRAVO! “da far ricciare i Capelli!!”

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