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lunes, 19 de diciembre de 2011

GIUSEPPE DI STEFANO

La voz es  probablemente el instrumento más bonito que existe,  esta es mi opinión y creo que es compartida por muchos, especialmente por los amantes del género lírico.
Escribo en un foro de ópera donde las discusiones, el intercambio de opiniones es muy enriquecedor, muy didáctico y entretenido. Se vierten ríos de pulsaciones en el teclado, diversidad de gustos, de sentimientos.
En los años que llevo en este negocio debo decir que saber de voces es complicado, muy difícil y sobretodo muy subjetivo. Lo que me gusta a mi no tiene porqué gustarle a otros.
Los “Tifosi” de la ópera son en la mayoría de los casos más radicales que los seguidores de un equipo de fútbol, la ópera es pasión y se generan situaciones de este tipo.
En el foro que escribo, “LA TERTULIA DEL FOYER” (www.tertuliadelfoyer.com)  se generan debates a diario, debates con mucha pasión. Hace ya muchos años que un grupo de amantes de la ópera decidió montar este foro y la verdad que nunca les quedaré suficientemente agradecido.
El otro día se hablaba de tenores y en el mundo de la lírica, cuando se toca esta cuerda, se generan autenticas trifulcas, se arma la mundial.
Para mi, personalmente el más grande de la historia ha sido y será Giuseppe Di Stefano. Muchos me critican por esto, otros me apoyan incondicionalmente. Di Stefano ha sido el que mejor me ha transmitido todo lo que ha cantado, me ha llevado los sentimientos a cotas difíciles de conseguir. Tiene esa dicción cálida, estremecedora: sus frases son pura armonía,  poesía. Canta con el alma, con el corazón. No fue nunca un catedrático de la técnica, la tenía bastante aparcada  y este es un punto  que muchos critican. Es posible que tengan razón, pero si uno canta así, personalmente me preocupa bien poco la técnica. Tenor que fue divo dentro y fuera del escenario, de una simpatía arrolladora. Una de sus más grandes sentencias “Si no interpretas ¿por qué cantas?” es cierta. Es cierta porque a todos nos gusta sentir como se nos desgarra el alma con una frase bien cantada, con un aria, con una ópera o con una canción. Necesitamos que nuestros sentimientos se pongan a flor de piel y que las lágrimas afloren en nuestros ojos, son momentos que necesitamos y anhelamos. Di Stefano te daba eso. No era un pega notas, era un cantante, n cantante que tenía un concepto muy claro sobre lo que  es el canto. El canto es transmitir, es dar, es emocionar y todo eso él lo atesoraba. Lo recuerdo con su puro “Churchill”, con su “Toscano” partido por la mitad. La gente le preguntaba casi con horror “¿un cantante que fuma?”,  él contestaba “¡No! Soy un fumador que canta” mientras echaba más humo que un puesto de churros en la feria. Fue genio y figura, el más grande porque tenía el corazón más grande. Artista descomunal, único.
Hace mucho tiempo un crítico de un periódico vienés escribió una crítica sobre un concierto de Montserrat Caballé (para mi la soprano más grande de la historia) que decía “Montserrat Caballé: el arte empieza donde acaba la técnica” no escribió nada más y creo que es el mejor artículo que he leído sobre un artista y este artículo es, sin  duda,  aplicable también a Di Stefano.
A los amantes de la ópera, a los que les gusta hablar y debatir sobre nuestra pasión, le animo a visitar el foro La Tertulia del Foyer.
Saludos,
Aldo Mariotti

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