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miércoles, 21 de diciembre de 2011

El gusto por cantar

En este mundo de la lírica cada día más volcado en producciones y en “régisseures “con un afán de protagonismo de órdago a la grande nos olvidamos de algo que es fundamental en la ópera: el gusto por cantar, por la interpretación, por decir las palabras y darles con la música ese pellizco, ese punto, ese momento que nos pone la carne de gallina y que nos hace aflorar lágrimas de placer y sentimiento. Ahora como ahora la técnica prevalece sobre todo y todos: esto es  normal ya que el cantante está sometido a un montón de trabajos adicionales, a posiciones físicas en escena que le impiden cantar con tranquilidad, con la concentración necesaria para  expresar su arte, su manera de entender el canto y  su interpretación. Flaco favor. La frase “é Passata” (ha pasado) refiriéndose a una función es una de las frases que los cantantes de ópera, en la actualidad,  utilizan cada vez más. Acaban agotados, cansados, pero no por haber hecho un esfuerzo en el canto, acaban agotados física y mentalmente por todas las cosas que les hacen hacer y que poco tiene que ver con cantar.
Por eso cada vez más los aficionados “antiguos”  estamos dejando de ir a la ópera. Las épocas de los grandes artistas de aquellos divos con mayúsculas, que eran divos en la voz ya han pasado. Caballé, Di Stefano, Callas, Del Monaco, Tebaldi, Simionato, Siepi, Protti, McNeil, Tucker, Gigli y tantas otras y tantos otros viven solo en nuestro recuerdo y, Deo Gratias, en las grabaciones. Aquellas frases, aquellas cadencias, aquel estilo es difícil de encontrar en la actualidad.
Si escucho a Di Stefano cantando Tosca, no necesito verlo para entender el personaje, su drama, su heroísmo todo esto me lo transmite con la voz, con la interpretación y con el arte. Doña Montserrat Caballé canta “Casta Diva” y me da con la voz todo lo que quiero y necesito para sentir el personaje, para emocionarme, para hacerme amar, aun más si cabe,  el género lírico.
“Esultate! L’orgoglio mussulmano sepolto é in mar” esta entrada de Otello en escena, a la Del Monaco te hace saltar de la silla te da, sin necesidad de verlo, el guerrero que es, “Giá nella notte densa” es el amor pasional que siente por su amada Desdemona,  “Tu! Indietro! Fuggi! M’hai legato alla croce” son celos, celos de pasión y  finalmente, ”Niun mi tema” es el hombre desecho por los celos y para sentir todo esto no necesito verlo, solo escucharlo porque en la ópera el arte está en la voz, en la partitura, en el libreto y en el que está en el foso batuta en mano, el resto son adornos que en ningún momento ni deben ni tienen que ser protagonistas, no deben ni pueden entorpecer la interpretación, el “feeling” y el sentimiento de los artistas.
 “Si no interpretas, ¿por qué cantas?” Frase cierta, lapidaria. Para cantar hay que interpretar y sentir, lo otro es pegar notas, bien pegadas (no lo dudo) pero son solo notas sin vida, sin arte, sin pasión,  sin interpretación.
Saludos,
Aldo Mariotti 

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