Adiós al Mechón

El pasado día 22 de Octubre se apagó el mechón, se nos ha ido, por la puerta grande, uno de los grandes maestros de la lidia, del buen gusto, del aseo. Se nos ha ido uno de los grandes en la liturgia taurina: adiós Maestro Antonio Chenel "Antoñete".
Hemos leído, hemos y seguimos hablando de toros y hay una frase que recuerdo muchas veces: "saber de toros"; os he de confesar que yo todavía estoy en parvulos si tengo que "saber de toros", algo se de toreros, pero de toros la cosa es muy difícil. Hay muchísimos diestros que no saben de toros, conocer al morlaco es una de las cosas más complicadas del arte de Cuchares. "Antoñete" sabía lo que no está en los escritos, los conocía y los identificaba en pocos segundos, sabia entender al toro, de salida conocía como se iba a comportar el burel durante toda la lidia. Director de lidia impresionante que daba clases magistrales detrás del trapo y luego detrás del micrófono.
Ensabanado, alunarado, caricárdeno, cabinero, rabicorto y botinero, así era "Atrevido" el toro de Osborne con el que el Maestro Chenel tocó el cielo en aquella tarde memorable del día 15 de Mayo de 1966, en su feria, en San Isidro. Catedrático del temple, de la lidia, del buen gusto, maestro de maestros. Le recuerdo alguna tarde, pero la que tengo grabada en la memoria fue aquella corrida con Curro Romero "el Faraón de Camas" y Rafael de Paula. El diestro "Antoñete", aquella tarde, en el primero de su lote le propinó un quite por verónicas, pero remató mal y como su pulcritud era de órdago a la grande, en el siguiente quite, solo le propinó un pase al toro: una media, la que le faltaba ¡Que media!
Descanse Usted Maestro, siga toreando en el cielo donde Usted está por derecho, siga con el pitillo entrelazado entre los dedos, apoyado en el estribo, contemplando y conociendo al toro. Siga allí donde esté repartiendo sabiduría, distancia, temple, tiempo y arte, todo aquello que Usted atesoró siempre. Descanse en paz Don Antonio, Señor Chenel, Maestro “Antoñete”.
Desde el tercio de la Monumental de Barcelona, saludos, Aldo Mariotti