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martes, 15 de noviembre de 2011

El Sueco Infernal


Ayer fue un día para borrar de la memoria, ayer amigas y amigos míos fui a Ikea, la crisis también llega a los agentes artísticos y subido en mi coche me fui a aquella especie de cárcel con trampas suecas i centro de tortura que la Santa Inquisición habría querido para si.

Tenía que comprar librería, porta CD’s y DVD’s, mesa para ordenador, mesa para la tele, lámparas etc. etc. salí de mi casa a las 9:30 de la mañana para luego poder ir a comer con unos amigotes…..todavía ahora me están esperando.
 Ikea es una trampa mortal, sibilina, te destroza síquica y, cómo no, físicamente. Llegué con todos los números de artículos y cantidades, apuntados en una hoja de DIN A4 pero ¡mi gozo en un pozo! Entro y lo primero me dicen que tengo que coger lápiz, papel, catalogo y una ficha para rellenar.
El sueco de marras no te pone todos los armarios y colores en un mismo sitio, encuentras el armario pero no el color: “perdone, ¿donde están estos armarios de este color? Un momento, me contestan: el momento, en Ikea es 30 minutos. Sector 77, zona central, siga el pasillo y pasadas las cocinas a la derecha. En Ikea no existe la derecha, ni la izquierda, es un laberinto sin salida, una pesadilla que ni el proprio Alfred Joseph Hitchcock lo hubiese hecho mejor. Tardé unas tres horas en encontrarlo todo y como soy imbécil (cuidado que no me insulto, ¡me diagnostico!) se me ocurrió ir a comprar una cama: ¡amigo!, allí sí que me hundí como el Titanic. Me volví loco, lo único bueno fue que me pude pegar una cabezadita probando camas y colchones, las probé sólo, se entiende, porqué Ikea es sueco, pero, todo sea dicho de paso, suecas ni una, ni en pintura.

No fui solo, para más choteo me acompañó mi hermanita, muy guapa, simpática y con una carita dulce, de buena persona. Pero es entrar en ese lugar siniestro y se transforma en el Mazinger-Z, su mentalidad germánica se mezcla con las siniestras ideas del sueco infernal y el coctel es letal: mete la directa y…¡Síguela! Lo jodido del tema es que mi hermanita es un poco despistada y se pierde con mucha más facilidad que yo, cosa casi imposible, no les cuento lo que me va a subir la factura del teléfono “donde c… estas?” respuesta “aquí!”, “¡Aquí estoy yo también! ¡Jo…! ¡Pero donde!”, “te acuerdas de aquellas mamparas azules que estaban a la derecha de los muebles de cocina y había unas mesas de comedor, una muy mona por cierto, ¡pues allí!”. Me hundo y empiezo a llorar, ¡Mamma! ¡Quiero volver a casa!”. Menos mal que no vino mi señora Madre, que, muy adicta a estos sitios, se mira todo con lupa: están por están, mesa por mesa, armario por armario……….nos dan las uvas y no es broma.

No os cuento cuando tuve que ir a recoger todas esas cajas siniestras al almacén del piso de abajo. Salí a las 16:30 acordándome de todos los suecos y de sus antepasados, de las suecas no que están muy ricas aunque un conciudadano haya parido esa cámara mortal que es Ikea. Sin fumar, sin poder tomar una cervecita al querer ¡Vaya porquería! Salí del laberinto infernal después de preguntarle a decenas de personas que, como yo, buscaban desesperadamente la salida. Una señora decía que llevaba dos días encerrada en aquel laberinto. Me fumé un cigarrillo y tuve muchas y malas ideas de qué hacer con aquella colilla encendida, ¡pegarle fuego al sueco y a su maldito invento! ¡Esa fue la más suave! Me fui a casa y me tomé dos aspirinas, un valium y me fui a tomar un gintonic cinco estrellas.
 Pero aquí no acaba el suplicio, en mi vida habría pensado que en mi mente se podían generar tantas ideas perversas, de mala leche, incluso he llegado a pensar en el asesinato. Todos dicen que ese tipo de mueble es “fácil” de montar y debe ser que todos los que me lo dicen o son unos mentirosos compulsivos o son los del programa de Bricomanía. Cajas siniestras, cajas malditas hechas para hundir a quien sea. Una montaña de cajas, bolsas que contienen tornillos, tornillitos y cosas que todavía ahora no se ni lo que son ni para lo que sirven. Si tu conyugue o tu pareja te dice que es “fácil” esto es motivo para una inmediata separación o divorcio.

 Me puse manos a la obra. A los cinco minutos me di cuenta que lo mío es otra cosa, debe ser que soy más antiguo que mi abuela, pero lo del montaje de muebles del sueco infernal no es lo mío. Así y todo lo intenté con todas mis fuerzas. A la hora se me apareció San José Carpintero y me dijo que lo dejara, que lo del bricolaje no es para mí, que razón tenía. Seguí intentándolo y cuando conseguí montar el primer mueble me di cuenta de que había puesto las maderas al revés y más que un armario parecía una estructura Art Deco y que no se parecía en nada a la foto de las instrucciones. Hice una parada técnica, cervecita al querer, para ser sincero fueron tres, me volví a meter. Me cagué en la llavecita hexagonal de marras que me dejó los dedos como morcillas de gordas y rojos como los chorizos de Cantimpalo. Cuando acabé el primero, todo orgulloso yo, me di cuenta de que las maderas estaban bien, pero me sobraban media docena de tornillos. Lloré, desistí y llamé a un amigo, experto en bricolaje que vino entusiasta, se lo pasó de cine y encima me dio las gracias. Dios debe amar a los locos porqué el mundo está lleno.
He ido a ver al siquiatra que me ha recetado un fármaco para la ansiedad, lo compro y cuando leo el folleto de resulta que el laboratorio que produce el fármaco es ¡sueco! Lo tiré a un contenedor de basura y me fui a tomar un gintonic de campeonato, ¡lo mejor para la ansiedad!  O una sueca que es lo único bueno que tiene ese siniestro país.
Saludos,
Aldo Mariotti
 

1 comentario:

  1. Sr. Mariotti:
    Yo tiempos atras tambien habia participado en ese rally sueco, sinuoso, laberintico y sin llegar a ver nunca la meta. Que horror por dios !! con lo que me gustaban a mi los derrapajes, los cambios de rasante, las piedras, los charcos, el publico jaleandote, pero eso es mucho mas duro.
    Yo le comprendo y me pongo en su piel, pero todo tiene solución, no desespere.
    Mi consejo; busque una pareja femenina, enamorela, dejele su cartera, ud, vayase a tomar el Gin&Tonic tranquilamente. Ella le llegara sonrriente a casa, convencida de haber hecho la mejor compra de su vida, además le obsequiara con un salmon ahumado y unas galletitas, todo de origen sueco. Que mas se puede pedir.
    Agame caso, sepa delegar, ellas se lo agradeceraán.

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