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martes, 29 de noviembre de 2011

¡Adiós Imelda!

Ayer tuve otra sesión maratoniana con el grupo. Perfectas ellas y en estupendo estado de revista, me dieron otra lección magistral sobre el léxico y definiciones varias.
En el artículo anterior escribí que no sabía la definición de la celulitis y que no quería ni saberla, pero la curiosidad me puede y lo pregunté. En un principio ellas me miraron con cara de decir “¡Qué narices quiere saber este!” y la expresión de sus caras “¡esto no va conmigo!”. Al final una de ellas, refiriéndose evidentemente a terceras dijo; ¡se definen como: reunión de tortellinis!, ¡bueno algunas tienen una fabrica!” Es realmente cruel como desgranan estas definiciones y si quieren que le diga la verdad son de una maldad infinita, porque si realmente uno se pellizca la piel se convierten en mini tortellinis, en la forma. Es asombroso el quehacer de la mente humana. ¡Estoy horrorizado!
En la reunión de ayer estaba mi gran amigo Tono, decorador de los buenos, yo diría que de los mejores, y muy puesto en estos temas (es personal Shopper de alguna de ellas) y gran dominador en  temas de moda y del look:  te revisa de arriba abajo y su mente diabólica y sibilina empieza a analizarte con una crueldad sin límites.
Precisamente ayer me puse un jersey de cachemire, de 5 hilos (no tengo ni puñetera idea de lo que eso significa, pero queda muy bien decirlo) pero la prenda de marras, parece ser, que me hace unos pliegues por encima del hombro y este detalle al cruel Tono y a las brujas estupendas no se les podía escapar. La frase fue la siguiente: “Aldo, este jersey, que es maravilloso, no te lo puedes volver poner más porque con él te pareces a Imelda Marcos” ¡todavía se están riendo de mi! y, como la crónica de una muerte anunciada, al despedirse de mi, todas, Tono incluido, me dijeron ¡Adiós Imelda!
Con paso célere y cara de tonto me fui a casa estirando las mangas del jersey para que no se notaran los susodichos pliegues. Me lo quité y me fui al ordenador a ver imágenes de Doña Imelda Marcos. ¡Cómo se puede ser tan malo!¡Cómo es posible que existan mentes tan  retorcidas! ¡Dan miedo y pánico!
El próximo día que me tenga que encontrar  con estas fieras ya no se que ponerme porque me van a destrozar otra vez, me dará depresión y estaré en un estado de nervios total, aunque lo de Imelda durará tiempo, ya lo creo: ¡no son nadie las criaturas!
Saludos, Aldo Mariotti

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