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jueves, 17 de noviembre de 2011

En el nombre del Arte

En los años que llevo como agente artístico trabajando principalmente en el mundo de la ópera y en el de la música clásica nunca había vivido una situación tan crítica de crisis. Ustedes me dirán que la crisis llega a todos los ámbitos, pero yo no me refiero a la crisis económica, me refiero a la crisis artística.
En Italia, en mi país se está llegando a extremos que yo definiría esperpénticos. El ministro Brunetta en su día ya lo dijo “hay que cerrar los entes líricos”. Esto en Italia causó un gran revuelo:” decir una cosa así en la patria de la ópera ¡Un escándalo!”  Otros decían: “Decir una cosa así en la patria de Verdi, de Puccini ¡horror!”, puso la gente el grito en el cielo, pero una cosa de la que estoy seguro es que si Verdi y Puccini levantasen la cabeza estarían totalmente de acuerdo con el ministro Brunetta.
Se ha llegado a un sistema donde el arte, la cultura, los teatros se han convertido en moneda de cambio y en un centro de recogida de enchufados y de abonados a carnets de partido. Se despilfarra el dinero del contribuyente (el día que se utilice esta definición “dinero del contribuyente” en los tribunales en lugar de   “dinero público” seguramente algo cambiará). El dinero público no tiene dueño, eso dicen, pero no es cierto. El dinero sale de los bolsillos de los ciudadanos y debería gozar de mucho más respeto del que se le tiene ahora: ahora  es nulo.
Miles de asalariados hay en los entes líricos que no se sabe de que trabajan, pero cobran su salario incluidas las pagas extras. En los teatros se elimina coro, orquestra algo que no deja de ser extraño en un teatro de ópera. Se hacen producciones costosísimas que en su mayoría lo único que producen es el abucheo y el rechazo del público en su gran mayoría, no se respeta ni el libreto, ni las anotaciones escénicas del autor: todo vale especialmente desde que existe la palabra “Konzept” y es por eso que cada vez más en una ópera, por ejemplo el Don Carlo, nos aparece el rey Felipe II con un traje de astronauta.
En este momento los cantantes de ópera deben ser atletas, guapos, guapas eso sí, pero atletas, del canto poco ya que este cada día interesa menos. Producciones que cuestan un ojo de la cara y títulos que nadie conoce y tienen poco interés, dejando  el aforo medio vacío y generando más perdidas. Una curiosidad: si un cantante es abucheado sonoramente es difícil que vuelva a ese teatro en tiempo, si los abucheos son para el director de escena, si se monta la mundial al año que viene a repetir y al otro, y al otro. Hay algunas producciones que son deficitarias antes de empezar.
Para colmo aparece la frase “todos los teatros del mundo son deficitarios”, esto es una autentica falacia y no por mucho repetirla se  convertirá  en cierta. Los teatros son deficitarios ahora como ahora porqué no tienen una dirección general rigurosa que no sabe controlar el gasto, hacen recortes pero son de cara a la galería. Tendrían que mirarse menos el ombligo y dirigir la mirada a los teatros en Alemania, Suiza, Austria y en los EEUU donde los balances cuadran al céntimo. La administración debe de ser rigurosísima con el gasto del dinero del contribuyente, no se puede malversar el dinero en cosas que son deficitarias desde un principio y que no digan que el público reclama estos títulos porque es mentira. Que no encarguen óperas a compositores afines al partido de turno recubriéndolos de dinero para hacer óperas (a todo se le llama ópera) que a nadie interesan (solo al autor de la música, al libretista y a los familiares respectivos).
Magnas producciones que acaban en almacenes y que nunca más volverán a ser repuestas, dinero tirado a la basura. No se crea un núcleo de cantantes fijos, si es posible del país, para roles secundarios y para cubrir las posibles cancelaciones. Ayudar a los artistas  propios.
Una cosa es ahorrar y otra cosa es el falso ahorro de cara a la galería. Si se quieren programar títulos novedosos,  para que estos tengan una aceptación en el público, hay que empezar la casa por los cimientos y no por el tejado: hay que darle a la música la importancia que merece empezando por los colegios y no tratándola como una maría que es como se la trata en la  actualidad.
El arte y la cultura mal entendidos, es así como funciona digan lo que digan. Comer caviar y champan es lo que gusta, pero comer pan con chorizo, en situaciones como la que tenemos ahora, tampoco está nada mal.  Hay que tocar con los pies en el suelo y hay que tomar medidas drásticas. Basta ya de despilfarrar en nombre del arte y de la cultura. Hay que buscar soluciones, hay que adoptar otras medidas, hay que promulgar la figura del sponsor con sus deducciones fiscales correspondientes, privatizar los teatros y dejar de seguir metiendo personal con calzador. Pagar las nóminas puntualmente, las de todos y no ver como veo yo a artistas que hace meses, años que esperan cobrar sus caches mientras se siguen contratando producciones carísimas y pagando nóminas a gente que no se sabe de que trabaja.
Saludos,
Aldo Mariotti

1 comentario:

  1. Muy buen y certero artículo que no solo limitaría a Italia en cuanto a los graves problemas que citas, sino que los extrapolaría parcialmente a los teatros operísticos españoles

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