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lunes, 21 de noviembre de 2011

Humo


Soy consciente de que soy un estorbo, un bicho raro: soy fumador. Me gusta fumar, me gusta saborear un buen puro habano el los toros y masticarlo en el futbol (soy Periquito o sea sufridor).  Me concentro con un cigarrillo en las manos, me gusta aunque reconozco que soy un esclavo del tabaco.
Otra de las tantas cortinas de humo que se han lanzado en este país, como el debate sobre los toros, el tabaco ha causado otro de los tantos revuelos, otra maniobra de distracción para apartar al personal de la cruda realidad: los casi cinco millones de parados y un país en la ruina.
En los últimos tiempos estamos viviendo una vorágine de prohibiciones, algo contradictorio ya que en una democracia debería ser todo lo contrario, pero los padres de la patria ahora hacen y deshacen a su antojo, los ciudadanos siempre más preocupados por llegar a fin de mes nos estamos aborregando y ya no tenemos ni fuerzas ni ganas de luchar y nadar contra corriente. En España existía una ley fantástica; el propietario decidía si en su local se podía fumar o no y si quería gastarse una pasta gansa en  hacer un salón para fumadores y otro para no fumadores.  Libertad señoras y señores ¡Libertad!
La Ministra Pajín, la que habla de Diabetis (con  “i” será que es del equipo de Don Manuel Ruíz De  Lopera) dice que los fumadores encarecemos el gasto de la Seguridad Social, pero no te dice que los fumadores pagamos una dineral en impuestos por cada cajetilla que en gran parte acaba en las arcas de nuestra sanidad pública que, dicho sea de paso, está tan bien administrada.
Ahora los fumadores, sea invierno o verano tenemos que sentarnos en la terraza si es que el local tiene si no queda excluido, al menos en mi caso, de locales donde ir. En verano todavía pero en invierno el riesgo de gripe y de enfermedades que se pueden contraer por culpa del frio y de la intemperie es muy alto, pero estas enfermedades, parece ser,  no aumentan el gasto de la SS.


No contentos con esta prohibición, ahora en Cataluña las terrazas deben cerrar a las 12 de la noche. Los propietarios las pasan canutas y hay restaurantes donde la gente ya no toma ni café, paga y se va. Se han destruido las tertulias de sobremesa, las partidas de dominó en los casinos de los pueblos, los fumadores a casa encerrados y calladitos. Todas estas prohibiciones no solo llevan a más coacción llevan también  a engrosar las listas del INEM, pero en esto nuestros políticos son especialistas, lo suyo lo tienen asegurado, lo nuestro qué más da. Prohibir, prohibir es lo que más les gusta y el discurso populista es de órdago a la grande: permiten el botellón, el consumo de drogas, pero si fumas donde no debes se te cae el pelo.
Esta es la libertad mal entendida, personalmente se que tengo que dejar de fumar, lo se pero no lo voy a hacer por imposiciones varias, me niego. A diferencia de los políticos que no acatan sentencias si estas no les gustan nosotros tenemos que tragar: ¡tragaré! pero lo haré tragando humo, el del tabaco y de paso el de los tubos de escape de autobuses, camiones, coches y motos : menos mal que el de estos últimos ni  contamina ni intoxica.
Saludos, Aldo Mariotti

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